sábado, 26 de mayo de 2012


OFICIO DE OTOÑO.

(FERMINESCAS).

Tengo miedo del aire que mutila los pájaros
y que me envuelve en hojarasca y lluvia
y en árbol moribundo.
Camino por las calles que supieron tus pasos
y miro al infinito para seguir tu rastro.
Pienso en tí y en tus manos.
En la frontera de mis ojos florecen los hibiscos
que rojos y dolientes esperan colibríes.
No hay sendas ni destinos que perseguir sintigo.
Tejo con mis manos telarañas de encuentros.
Invento caricias  en tu ausencia perfecta,
mientras labro epitafios de palabras inútiles.
No todo es ausencia ni dolor ni misterio.
Hay colores inauditos surgiendo desde el suelo.
Suceden aromas sorprendentes y ambiguos,
en los que el aire se envuelve en terciopelos.
Miro como transcurre el tiempo en que imagino
ser un Dios del olvido
que borra y que reescribe la historia que vivimos.
Y no puedo evitar sentir que todo es nuevo,
y que la vida
despierta y reverdece y siembra ecos
que asemejan tu nombre entre los tilos.
El viento cree que va a poder conmigo y yo me río.
Tengo oficio de otoño, y no me rindo.
Todo es siempre posible.
Todo es sencillo y sueño lugares venideros,
y no hay nada más poderoso que mi sueño.