CARTAS DE UN CAPITÁN DE SUEÑOS.

CARTA ENTREABIERTA:


Mi querida y única amiga posible: Setiembre llega a mi penúltima ventana tiñendo de agua el paisaje cada vez más gris,para tu envidia.
Los pájaros vuelan con el salvavidas puesto, y el sol se ubica a babor de La Nada.
Releo todo lo que he escrito y que sin duda te pertenece.
Como bien sabes,preparo serenamente mi barco en tierra para huir hacia adentro,donde nadie me encuentre.
No creas que renuncio a la realidad, ni mucho menos, es simplemente, otro viaje.
Uno más.
Para variar, este no tiene otro destino que el de sembrar historias.
Me obligo a escribirte,para contarte una historia verdadera...relativamente.
No quisiera que cayera en otros ojos.
Ni que nadie crea que debe ser medida en otros términos que los que te cuento.
No sé medir el tiempo que me llevará contártela,aunque supongo que me veré obligado por mi curiosidad y mi" nada más importante qué hacer",a seguir todas las pistas que han ido surgiendo, a medida que me he ido enterando.
Aquí, en medio del campo verde y saturado de lluvia,el silencio es acogedor, alterado solamente por el crepitar del fuego y el balar de los corderos recién nacidos.
El arroyo Del Cisne baja henchido,y altera el paisaje en su bravura.
Ayer a la tarde,recorriendo el campo, el viejo Trabuco (que por su mansedumbre y gran altura es el único que me gusta montar), se detuvo en la Cañada De La Luna, justo al lado de la roca vieja, la de la tapera en la que me gusta detenerme cuando termino el recorrido de ida, y en la que tú y yo nos hemos comido un par de asados y leído unos cuantos libros en el otoño de tu última visita al campo.
Empapado,busqué el amparo del viejo ombú y el pequeño quincho, y encendí la leña que previsoramente guardo allí,para momentos como éste.
El caballo se acercó queriendo guarecerse de la lluvia que arreciaba, y a mí me hizo bien su presencia. Ël sabe que guardo avena debajo del parrilero, y no tardé en darle medio balde.
Bajé el toldo del costado que da hacia el arroyo,porque el viento insistía en colarse por ese costado, y me cayó a los pies un envoltorio..que me sorprendió, porque no recordaba haber dejado nada allí.
Ya caía la tarde y era ancho el frío,y me daba verdadera pereza recorrer los kilómetros de lluvia para volver a la casa,y decidí pasar la noche en el lugar.
El paquete y mi curiosidad podían esperar el tiempo que tardaría en preparar el lugar, y comerme mi trocito de asado.
Con el fuego bien alto y el farol azul (recuerdas que no sabías encenderlo?),dándome la suficiente luz, sentado a salvo del viento y de la lluvia, con Pe y Pi cada uno a mi costado,sobre el poncho viejo,me dispuse a curiosear a gusto aquello que no sabía ni siquiera si valía la pena tanta curiosidad de mi parte.
Eran unos veinte sobres de todos los tamaños y colores, y por lo que pude ver,todos contenían cartas manuscritas.
Cuando terminé de leer la primera que abrí, te imaginé analizándola grafológicamente, y haciendo tus comentarios en voz baja y curiosa.
Al amanecer volví para alegría de mis perros y de mi estómago,con un nuevo propósito que le daba un insospechado giro a mi vida.
Te las enviaré una a una,para que me entiendas mejor.
Ahora debo investigar unos cuantos misterios que emanan de ellas, y si puedo resolver estas ecuaciones, muchas cosas habrán tenido sentido en mi vida.
Después de todo,amiga mía, no siempre se tiene una oportunidad como ésta.
Cuando las leas...espero tus conclusiones.
un gran abrazo.


pdta necesaria: si no las recibes,por la razón que sea,búscalas cuando puedas en el árbol de los sueños,que sólo tú conoces.
Sigue siendo mi escondite preferido.
Y esta vez,con más razón que nunca,debo ser prudente.
Hay un tesoro al final del camino,y aunque bien sabes que el dinero no me interesa...resolver el misterio sí.
Puede ser peligroso. No bromeo ni dramatizo.
No digas a nadie de esta carta, ni del contenido de las que te iré enviando.
Hasta siempre.W.M.D.