sábado, 11 de diciembre de 2010

Dejaré encendida la luz en mi ventana.
Pondré migas de pan y vasos de agua.
Un árbol parecido a la alegría presidirá el lugar,
y brindaremos.
Estarán alrededor todos aquellos
que en su ausencia,
harán crujir el corazón
y harán llover los ojos
pronunciando sus nombres,
como si todos los días de la vida
fueran una  eterna Nochebuena.

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