domingo, 27 de febrero de 2011

CUERVOS.

Reconozco en el aire el humo espeso
del dolor que tardío se acumula a conciencia.
Siembro con manos de ciego la posibilidad de un sueño.
Vislumbro mariposas gigantescas en la bruma,
escapando de pájaros igual de gigantescos.
Aprisiono la tierra en mis manos dormidas
viendo cómo se escapa desnuda entre mis dedos.
Ebrio de fuerza y de dominio,revestido
de la armadura del tiempo y su cosecha,
esgrimo la certeza del que sabe que hace lo correcto.
Hay una cierta grandeza en la soledad que acuna
el sueño de un guerrero que no lucha,
sabedor que sea cual sea el resultado
la vida perpetúa su camino.
Se posan cuervos de dudas en mis hombros.
Gritan fantasmales y deshechos 
los que ignoran el milagro y su misterio
del rocío que embriaga la mañana
y del jilguero sabio que la eleva
hasta una inusitada distancia del planeta.
siembro con voz cansada un silencio en la niebla.
Urdido en el dolor y la melancolía mi destino se acuesta.
Beso la vida a tientas
con boca de ciego y con ferocidad recién despierta.
Sembraré un sueño nuevo como sea,
allá donde llegue este poema.

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