viernes, 29 de abril de 2011

LATIDOS.

Esta noche padezco de amor y laberinto.
Me duelen cicatrices que perduran
y en latidos y fulgores gasto mis desvelos.
Ando y desando huellas evidentes.
En el camino mis ojos alados y despiertos
recorren tus muslos de luna y musgo blanco.
Recuerdo especialmente ese momento
en que creímos que nos dábamos
la vida el uno al otro, finalmente.
Y el beso inmortal que supusimos,
y en el dolor de mi vida, tú mirándome.
Hoy te amo en todas partes y ninguna
más allá de que existas o lo sepas.
La noche malherida se enrosca aquí en mi pecho.
Abro la boca y grito de lujuria
y el viento arremolina mi piel y se la lleva
hasta ese mar adentro donde encuentra reposo
el alma de un guerrero que aún no ha muerto.

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