miércoles, 6 de octubre de 2010





Atesoro el oleaje de la vida,
guardo celosamente la memoria
de todos y cada uno de los vuelos.
En la tarde que cae con su frío silencio
aguardo la esperanza con su fuego.
Atesoro la ternura y la alegría del cachorro
que se acerca a tu recuerdo y me saluda.
Guardo tu voz.
Celebro tu misterio. 

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