martes, 5 de octubre de 2010

CARTA ABIERTA DESDE LA NADA.



Desde aquí todo es presagio, simulacro, intento.
Este es un mundo prescindible.
He dejado claro a quien le interese o finja oírlo, que renuncio a todo lo superfluo.
No hay mérito en  la decisión, tan sólo hartazgo.
Pero cuando uno renuncia, debe hacerlo de lleno, total y cabalmente.
Quedarse con lo esencial, lo verdadero.
Inclusive quedarse sin testigos.
Desde aquí se percibe la vida de los otros como si fuera un simulacro.
Así que queda dicho.
Ahora empieza el viaje cierto.
Me debo a mí mismo lo que creo, y no lo que tengo, tuve  o temo.
Me basta el sendero.
Los amigos.
Y el corazón inmenso de sosiego.

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