miércoles, 3 de noviembre de 2010

SI CREO.

La lluvia, el trueno, el relámpago, la furia.
La Mar acude, y en su bramido la espuma abarca todo.
El Cormorán sobrevuela la tempestad y anuncia
la hora de escapar a lo tremendo.
Los árboles acarician desesperadamente el suelo
sobreviviendo apenas al estruendo.
Desde la ventana me asomo a la locura
del viento de los días.
Apenas hay tiempo.
Tan sólo es necesario saber que todo cesa.
Saber por ejemplo que un cristal apenas
es refugio suficiente para el dolor que asoma
su gesto en las cornisas.
Afuera de nosotros las cosas y los seres acuden como hojas llevadas por el viento
que hace temblar ventanas y que derriba espejos.
La lluvia acude como un manto tierno
a lavar las heridas de la Tierra.
H
a venido a regar lo que ese viento siembra.

Es hora de pensar que todo lo que pasa
tiene sentido en sí mismo,
aunque no lo sepamos comprender a tiempo.
Beso entonces la herida que lacera.
Acaricio el tiempo con un viento nuevo.
Lavo el dolor con la lluvia que besa
la semilla que nace
si creo que la vida encierra otro poema.


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