lunes, 29 de noviembre de 2010

LAS PALOMAS DEL REY TRANQUILO.


Miró a sus caballeros que guardaban un silencio triste.
En el Gran Salón de Los Libres, el centenar de valientes mantenían su respetuoso silencio, sabedores de la gravedad del momento.
A una distancia de casi dos kilómetros, el enemigo celebraba por anticipado la previsible victoria y el cercano derrumbamiento de las murallas.
Ya nada podía impedir la victoria del ejército invasor.
El Castillo Azul, el último obstáculo, y sus habitantes, poco podían oponer a la enormidad del invasor.
He de pediros un nuevo favor, y espero que sea el último.- dijo el Rey mirándoles sereno y confiado-.
Hasta el último aliento, nuestra lealtad Majestad!.-gritaron al unísono.
Como bien sabéis, nuestro eterno aliado, el traidor Navalón El Fofo, permitió que nuestros enemigos pudieran atacarnos impunemente.
Hemos defendido el Paso de La Grulla durante cien interminables días.
El invasor, Aurelio El Flaco, y sus huestes ya se saben vencedores.
Las fuerzas que comandan nuestros hermanos del Norte, no llegarán a tiempo.
Nuestro pueblo espera el milagro en el que algún Dios que desconozco venga en nuestra ayuda.
Quiero que esta medianoche, cada una de las personas que aún tengan un hálito de vida, quemen algo que haya sido importante  en su vida .Lo que sea, debe quemarlo porque su rey se lo pide.
Al mismo tiempo, cada uno de vosotros elevará una antorcha en la muralla.
Yo haré lo único que aún me atrevo: espero que mi último rescoldo de magia dé el fruto apetecido.
Mandad traer a mi Maestro de Palomas.
He de enviar un último mensaje a mi hijo.
Todos los caballeros se retiraron en silencio, y el Rey, solo, se acercó a la gran terraza.
El hombrecillo carraspeó para llamar la atención del Rey, y éste le preguntó sin volverse: cuántas palomas mensajeras están en condiciones de volar Fetuccio?
Apenas dos, mi Rey…las treinta que quedaban han sido comidas o robadas, o han muerto por esa extraña peste, señor mío.
Crees que podrán llegar a destino, a manos de mi hijo?
Lo harán, mi señor, sin duda lo lograrán señor.
Más vale que tengas razón, acompáñame, debo escribir el mensaje.
Se sentó ante su larga mesa y escribió:
Querido hijo mío:
Cuando leas esto todo habrá terminado.
Ruego a los dioses que te llegue a tiempo el mensaje y no vengas a presenciar ni a compartir la derrota.
Hemos, pese a todo, engañado al invasor.
Todo el oro, las joyas, la Corona, el Bastón de Magia ,todo aquello que tiene algún valor, descansa a buen recaudo en las arcas de nuestro aliado Navalón, a salvo gracias a la astucia de El Fofo, que supo granjearse la confianza del Invasor.
Dos de sus mejores generales han podido ser comprados. (los otros, corruptos y avariciosos serán pagados cuando maten a su rey.
Sin embargo, La Peste está en la ciudad y ya no quedamos demasiados de nosotros sanos.
Esta noche esparciremos el contagio en nuestros enemigos a través del humo de nuestras hogueras malsanas.
Envenenamos todos los pozos.
Cuando ellos lleguen, sólo la peste habitará este lugar.
Cuando sus hombres sepan esto, los generales matarán al Invasor y se aprovecharán para dividirse su reino.
Como ves, pese a la derrota, venceremos a nuestra manera, desde la muerte.
Adiós hijo mío.
Piensa con amor en mí.
Nada temas, eleva tu corazón, y yo recibiré con alegría y amor esa plegaria, dondequiera que esté.
Tu padre.
Envolvió cuidadosamente el pequeño papel para guardarlo en el tubo que iba atado a la patita derecha de la paloma que le tendía el Maestro de Palomas.
Aguarda, le dijo, repetiremos el mensaje en la otra, que por las dudas, soltaremos un poco más tarde.
Obediente, hizo lo que le pedía su rey.
Media hora más tarde, las dos palomas ya habían remontado vuelo.
Ahora sólo queda esperar que lleguen a su destino, pequeño Maestro…
Sin duda, mi señor…sin duda…puedo retirarme?
No, no puedes, anciano.
Veo aún en tu mano dos plumas.
Has hecho que mi último mensaje caiga en manos de mis enemigos, y no puedo permitirte que te vayas, sin una explicación, al menos..
Respetarán mi vida, señor, y me recompensarán con oro.
Sabes cuántas muertes causará tu traición?
No podría yo evitarlas, mi señor.
El Rey se acercó al atemorizado anciano, y le dijo: te perdono, para que seas testigo del resultado de tu traición.
Vete de aquí.
Cansado y triste, el rey presenció cómo se encendían las hogueras y sus caballeros elevaban al cielo nocturno sus antorchas a lo largo de toda la muralla.
El pueblo, en silencio, presenciaba la figura de su rey, que elevando sus brazos parecía gemir una plegaria.
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Al amanecer, los vigías llegaban desde todo el valle, agotados y con noticias sorprendentes:

El enemigo se retira!
Han asesinado al Invasor, sus propios generales!
El cuerpo mayor del ejército sigue fielmente a Jarro, el general que iba a ser ajusticiado acusado de alta traición!
Ahora van rumbo a la fortaleza de Navalón, del que dicen que es el verdadero traidor…y el que esconde el tesoro de los reinos!
Todo es inconcebible, mi señor!
No quieren acercarse a nuestras murallas, creen que tenemos la peste!
Qué clase de sortilegio es éste, mi rey?

Los caballeros se reunieron emocionados y expectantes a su alrededor, esperando la explicación.
Lamento desilusionaros…Pero no hay magia.-dijo el rey-
Por una vez, las palomas derrotaron a los halcones.
Hay veces, en que un mensaje falso es más importante que una verdad sublime.
Descansemos.
Nos merecemos una tregua, dijo sonriendo a sus leales.
Cuando llegue mi hijo le contaré cuánto nos ayudó a salvar el reino..



1 comentario:

  1. ¡Qué maravilla, obviando las risas de los nombres de ciertos personajes, es una historia genial casi divina!
    Si es que cuando te pones con ganas, que bien te sale la vida.
    Besitos.

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