viernes, 7 de enero de 2011

PUEDO.

-Me sé imperfecto, absurdamente inacabado.
Quizá aún logre reír sin proponérmelo.
Hasta soy capaz de no arrancar las flores,
no pisar las hormigas,
beber agua de lluvia debajo de un alero,
caminar en silencio por el bosque,
nadar fingiéndome pez por un momento.
Aún soy capaz de gritar cuando veo
un rayo conmover la tierra.
(De alegría, no de terror,
aunque el resultado sería
más o menos el mismo).
Puedo, -sin gran esfuerzo, es cierto-,
comunicarme con los caballos, los niños y los perros.
Quizá, (sólo si me lo propongo tenazmente)
aún pueda navegar alguno de mis sueños.
Pero no puedo aceptar aún tantas cosas.
Me niego a tantas otras,
que ni siquiera puedo enumerar tranquilo..
(El desasosiego me aniquila
y el mundo me parece una parodia).
Debo, -de una vez por todas-
quedarme al costado del camino.
Dejar que suceda lo que tanto ansío,
y presentir desde esa lejanía
cómo ríe la vida en los ojos de un niño,
como ruge la libertad en estampidos
cuando un caballo galopa en campo abierto,
o como aúlla la memoria del lobo
en la luna que baña lentamente
la boca del perro que la mira.

No hay comentarios:

Publicar un comentario