domingo, 30 de enero de 2011

FERMINESCA.3.

Preparar el carro no me ha sido fácil, aunque debo reconocer que ha sido divertido ver la cara de algunos a medida que avanzaba en el trabajo.
Lo que era un esqueleto informe de cuatro por dos, una especie de caja en ciernes, se transformó en mi "Carro para dar la vuelta al Mundo".
Por supuesto que ni siquiera sueño con hacerlo.
Pero si quisiera...
A trabuco no le gusta la idea, pese a que sabe tirar de un carro desde que era joven.
a sus casi ocho años, sabe ya lo que le espera, así que un poco por consideración a su camaradería forjada en este tiempo de cabalgatas "para irme acostumbrando de nuevo a montar", en la que hemos logrado un mutuo respeto, he conseguido una yegua grandota, tordilla ,mansa y suave, bonachona, de nueve años, que, al parecer, disfruta de su trabajo.
Fue divertido ver cómo reaccionaba mi caballo cuando me trajeron la yegua ayer por la tarde.
Lo tengo en una caballeriza de madera, con un "corral de alivio" en la parte delantera, de unos seis metros de largo por cuatro de ancho, con un enramado que cubre la mitad el corral y alivia el calor insoportable de estas fechas, en medio de un pequeño bosque de eucaliptos, en el campo de un conocido, a unos dos kilómetros de donde vivo.
El agua no es problema, porque tengo un aljibe inagotable, alimentado por una cañada cercana, que aún en el verano,"lleva agua".
Cuando tomé la decisión de comprar a "Lunera", tuve que decidir construir otra caballeriza, al lado de la de Trabuco, con su correspondiente corral...y eso me complicó bastante.
Ahora no sólo tengo el carro terminado, con unos aperos hechos a mano por el talabartero de un pueblo cercano, sino dos caballos para tirar de él, y por lo tanto, debo cambiar las dos varas externas por una central que albergue los dos caballos...y agregarle otro apero.
En fin..debo prever el doble de herraduras, el doble de comida...aunque el esfuerzo se divide y los posibles kilómetros se duplican.No es mala la ecuación.
Especialmente si los veo como les estoy viendo, haciéndose arrumacos en el cuello, mutuamente, y comiendo a la par en sus comederos.
Cuando vino Saturnino a traerme la yegua, venía en un caballo criollo, un moro viejo que fue mío hace muchos años, y que el viejo domador venera hasta el punto que cuando está tomando mate, lo deja al lado suyo, bajo un techito endeble, de paja vieja, y le da las sobras de yerba que saca cuando termina, en la palma de su mano.
Trabuco olfateó la yegua desde lejos, enderezó las orejas,(cortas, casi rubias,pese a que es colorado), dilató los ollares, y bufando, recorría el corral, nervioso, y se detenía tenso, esperando la llegada que en el aire de enero podía oírse de lejos.
El viejo gaucho, dejó a su Moro atado retirado de los corrales, y se acercó con la yegua caminando detrás suyo, con la cabeza alta y los ojos fijos en mi caballo, que la recibió con un relincho.
Ella enmarcó la cola y se detuvo, tensa.
Pero Satu "la presentó", a su nuevo dueño, y ambos la acercamos a mi caballo.
Verlos olerse, reconocerse, saludarse, fue todo un espectáculo.
Porque Lunera y Trabuco se criaron cuatro años juntos, en el mismo campo, antes que los hombres los vendieran a distintos dueños.
Pirata y yo nos hacemos carantoñas mientras disfrutamos del espectáculo.
Saturnino hizo el milagro, sabedor de cuánto amo los caballos, y "por unos pesos más", salíamos ganando todos.
Ël jamás reconocería que lo hace porque cree lo mismo que yo, y siente casi lo mismo por los animales.
Nos sentamos a tomar mate, con mi perro viejo jadeando a mis pies,sabedores que habíamos hecho bien, y riéndonos a la par cuando su Moro se soltó del arbusto donde le había dejado con las riendas"enredadas", y se acercó expectante a reclamar la yerba a la que le había acostumbrado.
Previsor, el viejo gaucho de casi setenta años, sacó del bolsillo de la matera, un poco de yerba vieja aún húmeda, y se la dio en su mano.
Pocos hombres saben de esta serena alegría.
Cuando le vi irse montando a su compinche, me pareció que iba más erguido en su montura.
No se dio vuelta,pero al llegar al borde del bosque, antes de perderse de vista, se sacó su viejo sombrero en sincero homenaje.
Perla Pirata y yo, nos dormimos por primera vez juntos dentro del Carro de los Sueños, una buena siesta.





1 comentario:

  1. ¡Que preciosa sensación "loco-amigo"!, te diría que hasta me da envidia y no se si te lo puedes creer, pero es así.
    Espero que de verdad, de alguna manera, puedas disfrutar de ese "Carro de los sueños".
    Me encanta que te rodees de tan buena compañía: Perla, Pirata, Trabuco y tu nueva amiga Lunera. Un beso para todos.

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